El objeto que se ofrece a la vista, reproduciendo al ser humano tal cual es, es inmediatamente eficaz.
El artista no interpreta el cuerpo, lo recrea, lo duplica, simula su presencia, lo duplica sin los habituales tics estéticos que han hecho el apogeo de la estatuaria moderna.
© John DE ANDREA / Amber reclining, 2015-2016, poliéster y pelo natural, instalación de geometría variable.
Esta búsqueda de la verdad sin concesión a los poderes supuestamente consoladores del arte nos sorprenderá siempre por su claro materialismo, sumiéndonos en la paradoja de que es el espectador quien inventa su emoción, su malestar o su alegría, frente a unas esculturas que pretenden eliminar la frontera entre arte y realidad.
Observar estas obras es observarse a sí mismo, experimentar el espejo, por perturbador que sea, considerarse un ser humano, así constituido, así vestido y así desvestido, así visible en la superficie de las cosas, apariencia entre las apariencias, solo entre los suyos, interiormente único y exteriormente común, horriblemente banal en su apariencia, es decir maravillosamente banal en su apariencia.
La escultura hiperrealista nos invita a cuestionarnos los arquetipos que encarnamos y el sentido de las situaciones que vivimos cada día, aquí, en este día, en cada momento, sin el velo engañoso de nuestros diseños, nuestros sueños, nuestras mentiras. Obviamente opuestos a la búsqueda de un ideal de belleza caduco, estos artistas, utilizando técnicas que nos hacen pensar en la taxidermia, exhibiendo la vida misma, hablan sin embargo de nuestra inminente proximidad a la muerte.
© John DE ANDREA / American Icon (Kent State), 2015, óleo sobre polivinilo, técnica mixta, instalación de geometría variable.
Louis K. Meisel, en su obra seminal « Photorealism in the digital age » escrita con Elizabeth K. Harris (Harry N. Abrams, Inc., Publishers, Nueva York, 2013), agrupa a los escultores hiperrealistas bajo el término « veristas », siendo su búsqueda de la veracidad, como dice la palabra, probada.
Ciertamente, podemos argumentar que, sea cual sea la técnica empleada, la cuestión parecía reducirse a si la ilusión es total o no, validando así un talento notable. Pero pronto nos damos cuenta de que, sea cual sea el virtuosismo del artista, no quiere engañarnos, sino situarnos cara a cara con la verdad, nuestra verdad. Contemplar estas obras es un acto que va mucho más allá de indagar en el saber hacer o cuestionar la perfección de un tecnicismo original.
Se trata, muy auténtica y muy sinceramente, de decir la verdad en escultura.
© Duane HANSON, Man with camera, 1991, Masilla de carrocero, policromada al óleo, técnica mixta con accesorios. Tamaño natural. Colección privada.
Los dos escultores que se presentan desde el principio como pertenecientes históricamente al movimiento fotorrealista son evidentemente americanos: Duane Hanson (1925-1996) y John de Andrea (1941), el primero produce figuras y escenas de la calle americana donde la prosperidad económica no rima con justicia social, el segundo, por el contrario, sólo desnudos con una anatomía minuciosamente representada.
Ambos, a su manera, denuncian la predeterminación social. Duane Hanson: « En los momentos tranquilos en que se contempla mi obra, se puede reconocer la universalidad de todos los seres humanos. Siempre estamos frustrados, cansados, aburridos, fatigados y nos sentimos aislados. Pero la vida debería estar llena de esperanza. Yo sólo observo lo que veo, y me pregunto si, con unos pocos cambios en nosotros mismos, este mundo podría ser un lugar mejor. 1993 (véase el catálogo de Duane Hanson, Serpentine Galleries, Koenig Books, 2015).
© Zharko BASHESKI / Grace
Zharko Basheski (1957), artista macedonio, crea situaciones espectaculares en las que sus figuras juegan con las paradojas de la percepción.
© Sam JINKS /Woman and Child, 2010, Técnica mixta, 145 x 40 x 40 cm.
Sam Jinks (1973), escultor australiano, nos proyecta en la agonía de la existencia, desde el nacimiento hasta la vejez, con posturas totalmente introvertidas.
© Ron MUECK / Untitled (Big Man), 2000, Resina de poliéster pigmentada sobre fibra de vidrio, 203.8 × 120.7 × 204.5 cm.
Ron Mueck (1958), australiano de origen alemán afincado en Londres, agranda o encoge los cuerpos de sus figuras en función de la sensación que encarnan, quedando expuesta a la mirada la intimidad más vulnerable, que nuestra humanidad comparte de manera universal.
© Marc SIJAN (1946), Américain, Cornered Lady, 2011, óleo sobre resina de poliéster, 74 x 38 x 71 cm.
Marc Sijan (1946), estadounidense nacido en Serbia, y sin duda el más perfeccionista de todos, realiza obras que sorprenden tanto por el sentimiento que expresan, la extrema sensibilidad que emana de ellas, como por la calidad translúcida de la superficie.
© Evan PENNY / Camille, 2014, silicona, pigmento, pelo, aluminio, 86 x 84 x 25 cm
Evan Penny (1953), escultor canadiense famoso por sus bustos particularmente conmovedores, dijo en 2011: « Si hay algo que me gustaría suscitar en el espectador cuando está frente a la obra, es un momento de conciencia de su propia experiencia física, de la experiencia de su propio ser en el espacio. »
© Jamie SALMON / Collection Jamie Salmon
Jamie Salmon (1971), artista británico que trabaja en Vancouver, realiza rostros, bustos y cuerpos a veces incompletos presos de dramas personales.
© Jacques VERDUYN / Kate 4
Jacques Verduyn (1946), artista belga, nos anima a reconsiderar con empatía los gestos de la vida cotidiana y doméstica.
© Carole A. FEUERMAN / Serena monumental, 2017, Laca sobre epoxi con cristales de Swarovski, 94 x 205 x 79 cm.
La artista estadounidense Carole A. Feuerman (1945), más reciente, muestra a jóvenes bañistas con los ojos cerrados, deliciosamente abandonadas al placer del agua y del sol.